A las 18.30 de la tarde me siento a beber agua en un pequeño muro por fuera
de la casa, en el barrio, mientras los niños me saludan y juegan a la pelota
con botellas de plástico, ruedan un neumático a modo de bicicleta o simplemente
me observan como un viejo animal blanco! A esa misma hora llega un compañero
local y me pide acompañarle a ver una habitación cerca para alquilar. Hemos cruzado
un clásico mercado africano: carne a la mosca, peluquería a la espera y música
sin freno a todo volumen.
Cuando hemos llegado a la casa, nos hemos cruzado con mucha gente que nos
saluda, yo me hago el despistado. Para mi sorpresa en ella está alguien con el que
lo veo muy a menudo, y de no muy buena reputación creo, pero este es otro tema.
Yo decido marcharme tranquilo y diplomáticamente con la excusa de ir a comprar
melón para la cena, lo cual es cierto con el ligero detalle de que en vez de
melones he comprado algo parecido a mini sandías.
Después de volver por un camino algo más seguro y tranquilo, pensaba yo, me
paré a comprar a una señora en la calle, y continuaba yo con mis tres mini
sandías cuando de repente en 30 segundos pasó una explosión de acontecimientos.
Primero se me rompió la bolsa y las sandías corrieron por la calzada entre
cabras, burros y taxis, y yo detrás de ellas. Cuando levantaba la cabeza con
las tres sandías en las manos, 4 burros salían espantados de un callejón hacia
mí y me tuve que apartar rápidamente, a su vez un taxi atropelló a uno de esos
burros y una niña me agarraba llamándome por mi nombre, era la sobrina del
presidente de la asociación local y contraparte que está en Nuakchot.
Al final hemos continuado juntos el camino y le he regalado una sandía, yo
estaba asustado por los gritos del burro, el taxi, etc.., y la niña como si no
pasara nada allí.
Aquí seguimos, ni mal ni bien, …, normal!!
Un abrazo!!