Todos los días uno acaba con una sensación en el cuerpo de malestar general
y escalofríos, supongo fruto del calor del día y el cansancio que se acumula
sin dormir bien ni una sola noche prácticamente. Recuerdo en la parada de “taxis
7 plazas” de Saint Louis Senegal un tipo que sacó un pan y lo repartió. Como
los pescados del mar al engodo, los niños se lanzaban en banda para quitarle el
pan de las manos, saciando el hambre al instante. La memoria me falla y no
recuerdo que quería contar aquí, en una semana he perdido tres cosas: una
libreta moleskine con notas de campo, un reloj de Decathlon, y el turbante
blanco! Esto me ha desanimado, aquí duele mucho perder algo. Pero no hay
problema, como dicen aquí siempre.
Ayer dormía bajo la mosquitera a la luz de la media luna, también había
algunas estrellas que nunca he aprendido a ponerles nombre. Como cada noche
desde hace dos semanas ya, está refrescando y duermo fuera de la habitación, en
un patio. Allí me siento acompañando por el guardián, un tipo ilustre y anciano
ya. Compartimos charla tumbados antes de dormir y luego yo leo bajo una luz de linterna,
y él escucha la radio. La mañana a las 4.30 la mezquita se encarga de
despertarme para todo el día, largo día. Entonces yo me ducho y salgo a comprar
el pan caliente de la humilde venta, todos los
días se sorprende de verme, como si fuera un fantasma matinal perdido en
el barrio. También tomo una lata de leche y agua, entonces comparto con el guarda
el desayuno mientras leo el National Geographic o el Courriel International,
última adquisición en Senegal.
No están tan mal nuestras vidas y nuestros hogares. Hay que seguir luchando
…
P.D.: Las fotos son Saint Louis, el día que ví…, y el taxi en el que bajé
desde Rosso Senegal en la frontera hasta
Saint Louis, 8 personas en carraca.