miércoles, 17 de noviembre de 2010

Expresso

Venga que sí, que te voy a reír, que me pongo a escribir. Que la vida son dos días, aquí, en la isla sin camarón pero con Quique y en el sur del mundo, dónde mira Daniel, a cada puesta de sol y en una tarde sin ron. Un guiño a mis “parceiros”.

Acabó la Conferencia Nacional de Sociedad Civil: entre internacionales y nacionales el viejo “Soba” habla solemne, todo el mundo escucha. Consultores y ladrones se rebajan ante la figura de un viejo traje, un viejo cuerpo y una vieja bufanda roja. Pasó dos días desapercibido, pero habló, emocionó y se marchó. En muy poco tiempo el padre de las comunas, el descendiente de las familias locales más viejas, habló Umbundu, se llevó el mayor aplauso de su gente y de las otras. Un copo doble.

Esto ha sido cansado, muchas horas, mucha atención y concentración, pero a estas alturas te sientes muy implicado e involucrado con los temas a trabajar. Por eso también he quedado algo decepcionado. Espero más y más, y a toda velocidad. Esto aquí es imposible por en tanto. Siempre fui impaciente.

Mañana viajo temprano a Luanda, ciudad que conozco bien y de la que nunca olvidaré el olor de su alcoba, el color de su ropa y la verdad que no asoma. Allá tengo un “jardinero fiel” que cuida de un Baobabs que espero plantar en Tenerife. Será que será capaz de aguantar la travesía? En el último reportaje del National Geographic indican las propiedades de la fruta del Baobabs, aquí llamada Mucua del Imondeiro. El doble de Vit C, de Calcio,..etc. Vamos la panacea, no llegará lejos si no le dejan, tal vez por suerte.

Un abrazo: agotado, sincero, paciente ya.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Emoción

El Misionero agarró el viejo Land Cruiser manipulado en ambulancia y lo seguirnos por el barrio de la Lixeira (Basurero), bajando las calles junto al derruido Mercado de Roque Santeiro. Desde una pequeña meseta podíamos divisar los enormes barcos y la maquinaria industrial anclada en el Puerto de la vieja Luanda, que alberga también una marisma de arena y mar contaminada y oxidada como el hierro al aire.

Es ya de noche y el viejo luchador hace sonar las sirenas y las bocinas del Jeep con las luces a modo de ambulancia, el barrio descongestiona y hasta los intrépidos Kandongueiros (taxis) nos dan paso, quedamos absortos y emocionados, esto es vivir pensamos. La figura del padre desprende el carisma y respeto propio de quien lucha desde hace años y trabaja 48 horas al día, horas que no van a salir en ningún Boletín oficial ni en ninguna lista de las Agencias de las Naciones Unidas, en la trastienda de los más necesitados, mano a mano y hombro a hombro, ojo por ojo y diente por diente. Mucha fuerza, mucho respeto y mucha pasión por su trabajo. La gente nos acoge muy cálidamente a pesar de que entramos al complejo como pueda entrar un elefante en una cristalería, o un gorila en una frutería, por variar algo.

Cariño de la gente, sonrisas y dientes en la oscuridad, niños huérfanos que te agarran la mano, felices al instante. Me ha gustado. Me ha dado fuerza y esperanza, motivación.

Luanda vuelve a ser emocionante.

Un abrazo

jueves, 4 de noviembre de 2010

Ok

El dolor cólico casi ha desaparecido, debo tener una cara más agradable ahora. Y tengo hambre, y estoy sucio de la ciudad, pero estoy feliz.

He tardado casi 3 horas en recorrer no más de 20 km. He dejado a mi compañero en la “Ilha” y he vuelto a casa por Samba. La noche entraba ya por mi ventana y la bossa nova salía a por luces artificiales.

A un lado me venden tarjetas o carritos para muñecas, al otro el pescado de la mañana pidiendo bocanadas de aire. Entre acordes y timbales dialogo con miradas, a veces rechazo rápidamente la oferta ambulante y otras me muestro más titubeante, sólo por mostrarme más cálido y menos amargo, sólo por el final del día.

Está todo bien por aquí, sin más ni menos.

Besos y abrazos,

P.D.: me gusta quien tengo de fondo en este instante, …

Tom Waits: Alice…

miércoles, 3 de noviembre de 2010

"Escombros"

Estoy en Luanda, no hay mucho que decir. Mi vida no es emocionante, la actividad se me hace lenta y el proceso engorroso. El día a día no me sorprende, ni los negros “albinos” ni la “mai” africana. Se han llevado medio barrio y quintal para seguir ensanchando una de las carreteras de acceso al centro de la ciudad. Los escombros sirven de asiento a los viejos y de laberinto de juegos a los niños, qué patio de recreo tan horrible.

Mientras, bacterias “gram” juegan por mi intestino sin importarles daños colaterales, ahora encuentro un respiro de dolor y fiebre. Hoy ha sido como llevar puñales y a cada bache de la carretera, puñalada trapera.

El reencuentro con mis viejos amigos angolanos del trabajo ha sido un placer para mí. Si a alguien tenía en mente antes de volver era a ellos, pues son una representación de lo que verdaderamente me gusta de este país. ¿Qué digo? ¡Son amigos! Me he sentido muy reconfortado con su presencia breve estos días. Las personas que encuentras por primera vez en los sitios nuevos marcan tu paso posterior, sirviendo de rasero y de bastón a la misma vez.

Para quien le apetezca leer más, lo siento pero no doy para más, todo lo que podría escribir ahora en Luanda me sabría a repetido, a historias pasadas. Espero en 10 días estar en Huambo otra vez, allí hay mucha más savia nueva, está todo menos oxidado e invadido por la presión extranjera. Luanda ahora me huele a dólar, a piedra derruida y cemento nuevo, a exiliado, a forajido, a bandido. A un vaso vació y lleno, que hierve hasta el infinito y está a punto de rebosar y derramarse.

Y ahora me voy a tomar una de las duchas más largas de la historia, dentro de lo posible.